El Santo de la ORDEN BEKTASHI, Hayyi Bektashi (qs), tenia miles de personas
que iban a escuchar sus charlas en un descampado. Su Orden, fueron fieles
servidores de los Sultanes Otomanes, integrando la Guardia Imperial, el
cuerpo de elite llamado Jenizaros, quienes iban al frente de los ejercitos
regulares recitando La Illaha Illalah.
Tan devoto servicio movio al Sultan a declarar que todos los miembros
de la Bektashiyyah qudaban exceptuados del pago de impuestos al tesoro
nacional. Por supuesto, al enterarse el publico en general del edicto
imperial, el numero de devotos seguidores de Hayy Bektashi (qs) aumento
en decenas de miles, a tal punto que el Vizir (Primer Ministro) del Imperio
comenzo a preocuparse por la manera en que el tesoro imperial iba disminuyendo.
Tanto insistio el Vizir, que el Sultan finalmente envio un recado al santo
pidiendole presentarse ante la corte imperial. Este accedio y al llegar
le preguntaron cuanto discipulos (derviches) el tenia, a lo cual el santo,
muy serenamente respondio: "Tengo un derviche y medio".
El gran vizir pidiendole disculpas, lo interrumpio y le mostro los libros
de la direccion de Impuestos, que mostraba decenas de miles de personas,
lo cual contradecia su respuesta. El santo insistio en lo mismo, diciendo:
"Yo tengo un derviche y medio, y les ruego me permitan demostrarlo,
invitándolo al vizir a presenciar esa reunion".
El envio una invitacion publica a todos los "miembros" de su
orden pidiendoles reunirse en el descampado en 48 horas al cerrar el dia,
pues debia hacerles una importante pregunta. Dos dias despues, decenas
de miles de personas aguardaban pacientemente su arribo y la pregunta.
Al llegar a la planicie, vieron que en lo alto de una pequena colina,
se encontraba una carpa blanca con una linterna en su interior.
El santo se dirigio a la multitud diciendo lo siguiente:
"Oh, creyentes, ustedes saben que al integrar una orden derviche,
ustedes depositan su vida presente y futura en las manos de su maestro
hasta que el maestro los desligue de esa relacion".
La multitud respondio con un resonante: "Si, Amado de Dios. Asi es,
y asi hemos jurado obedecer".
El santo sonrio y solicito lo siguiente:
"Pues bien, deseo saber quien entre ustedes esta dispuesto a darme
su vida en este momento".
Un resonante silencio siguio a sus palabras. Una tecera parte de la multitud
desaparecio. Del resto, nadie se movio un apice, excepto un hombre que
adelantándose dijo:
"Yo, Oh Amado de Dios, estoy dispuesto a dar mi vida por ti. El santo
lo invito a entrar a la carpa, desde donde se oyo un gemido, sangre mancho
las blancas paredes de la carpa y el santo emergio minutos despues para
preguntar si alguna otra persona estaba dispuesta a seguir a ese derviche".
En ese momento, otra tercera parte de la multitud desaparecio. Del grupo
restante emergio una mujer que dijo:
"Yo, Oh Amado de Dios, deseo dar mi vida por ti". Al entrar
ella a la carpa, nuevamente se oyo un gemido y la tercera parte restante
del publico desaparecio corriendo, quedando en la planicie solo el santo,
el vizir, un ayudante del santo y el hombre y la mujer que habian ofrecido
su vida al sheikh.
Sonriendo, el sheikh le explico al vizir que solo habian sacrificado un
cordero y le habian pedido a la pareja que emitieran un lamento de dolor.
Al terminar al explicacion, le presento al vizir su derviche y medio,
los unicos que debian estar amparados por el edicto imperial de excepción
de impuestos.
Esta es una historia verdadera de la vida de este santo.
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